lunes, 29 de enero de 2007

Bocetos de una geografía austral



Seducido por los acantilados, por la levedad que sostiene a una isla.
La inestabilidad que existe a la hora de tener que salir de ella y el viento no lo permite. La sensación que asiste en esos momentos. La distancia. El comportamiento diferente de quienes las habitan y que saben que dependen... que si no hay un bote, no hay traslado, la necesidad de comunicarse a la fuerza, para lograr un lugar en la barcaza que se acercó. La ausencia de caminos cómodos, la falta de muchos vehículos y lo necesario que llega a ser una camioneta Pick Up, a la hora de necesitar trasladar cosas... o la misma gente, que las contrata como si fueran taxis, Cinco mil para allá, cinco mil para acá, diez mil... no se... cada ocasión diferente, pero necesaria. El tiempo transcurre distinto a como lo hace el continente. los bordes de un campo, pueden terminar en acantilado en ciertas partes, ordenando los bordes con siluetas oscuras de árboles que no logran hacer selva, cada trozo de la isla, aprovechado, cultivado. Mirar la Isla de Puluqui desde el saltélite de google earth, es emocionante, una isla con forma de mano, cada dedo, canales, entradas de agua llenas de flotadores y semilleros, Cholgas, Choritos. en los bordes, bajo las piedras, al bajar la marea... mariscos vivos, inquietos, navajuelas fugitivas, que arrancan entre la dura arena, al sentir los dedos que tratan de atraparlas. verticales, ordenadas. Húmedas y frías. latiendo con su lengua afirmada al suelo oscuro y silencioso. Ostras. Machas, Culenes, sacar y comer... es cosa de medio sentarse o levantar el culo, para lograr cenar al atardecer, a la orilla de un mar quieto, luminoso a veces. oscuro, profundo otras. Aprender a abrir una ostra, sacar Piures de su escondite de calcio, cavernas rosadas, extrañas. Imágenes que no se logran vivir de otras amneras que no sea, ahí, metido en el borde segundos antes de que la marea inicie su recorrido hasta la orilla, que nunca está en el mismo lugar. La tierra se mueve, el universo se mueve, la marea obedece sin más. Una sincronía inmediata. Basta que el universo respire y la marea responde: Los mariscos, se preparan, las picotas abren las piedras, las desordenan, agujeros, muestran la comida que ese día llenará las ollas de muchas familias, que caminan con sacos, carretillas, bolsas, los pies mojados, arrugados de sal fresca. Al fondo, otra isla y otra, la neblina se corre y muy lejos, aparece algún volcán, cerros, árboles que recorren las partes altas de essos cerros hundidos, mágicos que se desplazan sobre aguas que según la luz y la hora, se presentan luminosos, como si fuera mercurio que rodea densamente el espacio de tierra que sube y baja.... Seis horas que sube la isla completa, seis horas que baja y achica los terrenos y esconde los mariscos para que descansen. Así es el pasiaje, así el ordenamiento que intento plasmar en telas, en papeles, dibujos, acuarelas, fotografías. Cementerios de una cantidad de colores increible, solos, las flores de papel. moviéndose tras el paso de alguna oveja que logró traspasar el enrejado de palos amarrados. Botes quietos que se trasladan llenos de esperanza y alimento.



















Llaicha Borde de la Isla.